¿Qué tan saludable es el chocolate en polvo?
El chocolate en polvo es más que un saborizante. En muchos hogares mexicanos representa una forma cotidiana de acercar a los niños al consumo de leche, hacer más apetecible un desayuno o simplemente compartir una bebida familiar. Sin embargo, este producto aparentemente inocente puede contener altos niveles de azúcar, grasas, edulcorantes artificiales o ingredientes de calidad y origen dudosos. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), consciente del impacto que tienen estos productos en la dieta de los niños, decidió realizar un estudio a fondo de las principales marcas durante el primer semestre de 2025.
¿La razón? Aunque muchos productos se promocionan como nutritivos, algunos no cumplen lo que prometen y otros pueden ser un riesgo para la salud infantil si se consumen con frecuencia.
Esta investigación no solo es relevante desde el punto de vista nutricional, sino también en términos de cumplimiento normativo, derechos del consumidor y publicidad responsable. Para los padres, es una guía útil para identificar marcas confiables, evitar riesgos y entender el etiquetado nutricional.
Profeco bajo la lupa: ¿Qué evaluó y por qué?
El estudio se llevó a cabo entre el 10 de abril y el 13 de junio de 2025, con una metodología rigurosa que incluyó análisis físico-químicos y revisión documental de 32 productos. Se evaluaron marcas nacionales e importadas, tradicionales y artesanales, en categorías como chocolates en polvo, bebidas sabor chocolate y derivados del cacao
Las pruebas se enfocaron en los siguientes aspectos:

- Contenido neto: Se verificó si el paso real del producto coincidía con el declarado en el envase. Es decir, si al comprar un paquete de 320 gramos, realmente venían esos gramos o menos.
- Información comercial: Se evaluó que las etiquetas cumplieran con los requisitos legales, como nombre del producto, ingredientes, tabla nutrimental, porciones, advertencias y sellos (cuando aplicaba)
- Veracidad nutrimental: Profeco comparó lo que el producto prometía contra lo que realmente contenía, desde proteínas hasta azúcares y grasas.
- Tipo de grasa y origen: Se analizó si las grasas venían del cacao o eran añadidas (por ejemplo, grasas vegetales hidrogenadas).
- Azúcares totales: Se determinó la cantidad real de azúcar por cada 100 ml de producto
- preparado, lo que permitió identificar cuáles eran excesivamente dulces.
- Presencia de edulcorantes no calóricos: Se identificaron productos con sustitutos de azúcar como sucralosa o acesulfame K, permitidos, pero no recomendados para el consumidor (niños).
Este tipo de estudios no se hacen solo para calificar productos: son una herramienta de control del mercado, de protección a la infancia y de impulso hacia una industria alimentaria más ética y transparente.
¿Qué encontró Profeco? Las marcas que no salieron bien libradas
Los resultados fueron contundentes: aunque varias marcas cumplieron con los requisitos normativos y ofrecieron productos balanceados, otras incurrieron en prácticas cuestionables o francamente sancionables.
Uno de los hallazgos más frecuentes fue la inconsistencia en el contenido neto. Productos como Chocolate Ibarra, Ibarra Premium y Choco Choco presentaron menor cantidad de producto que la declarada. Por ejemplo, Ibarra, que promete 320 g, entregó un promedio de 307.4 g, lo que representa una merma significativa en perjuicio del consumidor.
También se detectaron fallas en el etiquetado nutrimental, como porciones confusas (240 ml en lugar de los obligatorios 100 ml), omisión de componentes clave como el sodio, letras demasiado pequeñas (menos de 1.5 mm de altura), y falta de información en la cara frontal del empaque, lo cual infringe claramente la NOM-051.




Otra categoría de fallos fue el uso incorrecto de los sellos de advertencia, los cuales no siempre estaban en el frente del envase, o bien, se colocaban en zonas difíciles de ver. Esto fue observado en marcas como Choco Milk, Ibarra Canelate, y Ghirardelli en sus dos presentaciones.
Estos errores no son triviales. Ocultar información, reducir cantidades sin advertencia, o dificultar la lectura de advertencias sanitarias mina la confianza del consumidor y constituye un riesgo para la salud pública.
¿Qué productos pueden dañar la salud infantil?
Más allá del cumplimiento técnico de las normas, Profeco puso especial atención en los productos que podrían afectar la salud del consumidor por la inclusión de edulcorantes no calóricos. Estos ingredientes se usan para dar sabor dulce sin calorías, pero su uso en niños es cada vez más cuestionado por autoridades sanitarias.
Tres productos fueron marcados como no recomendables para niños por este motivo:

- Bur Chers Natural Chocomilk
- Valorcao a la taza Premium
- Swiss Miss Marshmallow
Estos contienen edulcorantes como sucralosa o acesulfame K, que, si bien no están prohibidos, pueden tener efectos secundarios en menores, incluyendo:
- Alteraciones en la sensibilidad a la insulina
- Cambios en el microbioma intestinal
- Aumento en la preferencia por sabores extremadamente dulces
- Riesgo de obesidad a largo plazo
Swiss Miss, fue sancionado por mostrar la leyenda sobre edulcorantes en un tamaño de letra menor al permitido, afectando su legibilidad e información al consumidor.
Estos casos, el estudio de calidad ayuda a evidenciar que incluso productos populares pueden ser riesgosos si se consumen en exceso o no cumplen con la normativa sanitaria.
Cumplimiento normativo: ¿Qué exige la ley y cuáles son las consecuencias?
El chocolate en polvo, como cualquier otro alimento procesado, no solo debe ser sabroso o rendidor: también debe cumplir con una serie de requisitos legales que garantizan la protección del consumidor. En México, estos lineamientos se rigen por Normas Oficiales Mexicanas (NOM), base de la seguridad alimentaria, aunque poco conocidas por el público.
Durante el estudio realizado por Profeco entre abril y junio de 2025, se aplicaron cuatro normas clave:
- NOM-051-SCFI/SSA1-2010, que regula el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas, incluyendo los sellos de advertencia, la presentación nutrimental y la legibilidad de la información.
- NOM-002-SCFI-2011, enfocada en garantizar que el contenido neto declarado en el empaque sea real y verificable.
- NOM-186-SSA1/SCFI-2013, relativa a los requisitos específicos para productos derivados del cacao.
- NOM-086-SSA1-1994, sobre las características nutrimentales que deben presentar estos productos.
Estas normas exigen declarar con precisión la cantidad vendida, informar los ingredientes y advertir sobre excesos de azúcares, calorías o grasas con sellos visibles. Además, cuando un producto contiene edulcorantes artificiales, debe advertirse explícitamente, ya que su consumo no está recomendado en población infantil.
¿Qué marcas incumplieron?
El estudio reveló que varias marcas no cumplieron con uno o más de estos requisitos, ya sea por ofrecer menos cantidad de producto, usar etiquetado confuso o difícil de leer, omitir advertencias sanitarias o incluir ingredientes sensibles sin la debida señalización.
Entre las más destacadas:
- Chocolate Ibarra, Ibarra Premium y Choco Choco presentaron un contenido neto menor al indicado en su etiqueta, lo que constituye una falta grave: el consumidor recibe menos producto del que pagó.
- Cal-C-Tose, Chocomilk y Canelate, incumplieron el etiquetado, desde letra nutrimental menor a 1.5 mm hasta omitir la denominación en el frente del envase.
- En varios casos, los sellos de advertencia se colocaron fuera de la superficie principal, reduciendo su visibilidad y violando la NOM-051. Esto se observó en Cal-C-Tose, Choco Milk, Ibarra Canelate y ambos productos de Ghirardelli.

- La información nutrimental también fue usada de forma ambigua o incompleta. Por ejemplo, productos como Chocomilk, Cal-C-Tose y Valorcao presentaron los valores por porciones poco convencionales (240 ml en lugar de los 100 ml que exige la norma), lo cual puede dar una falsa impresión de “pocas calorías” o “menos azúcar”.
- El hallazgo más preocupante fue que tres productos —Bur Chers Natural Chocomilk, Valorcao y Swiss Miss Marshmallow— contienen edulcorantes no recomendados para niños. Y en el caso de Swiss Miss, la advertencia era ilegible por su tamaño reducido.

¿Cuáles son las consecuencias de no cumplir con la NOM?
Las implicaciones del incumplimiento no son menores, ni para las marcas ni para los consumidores.
Para las marcas, las consecuencias van desde lo administrativo hasta lo reputacional:
- Multas económicas impuestas por Profeco o la Secretaría de Economía.
- Medidas precautorias, como el retiro de productos del mercado o la inmovilización en puntos de venta y almacenes.
- Posibles sanciones por publicidad engañosa si la etiqueta induce al error o promete propiedades inexistentes.
- Daño en la imagen pública, especialmente entre padres de familia y consumidores preocupados por la salud.
- Obligación de reformulación de ingredientes, rediseño de empaques o reimpresión de etiquetas, lo cual representa un costo operativo y logístico considerable.
Para los consumidores, los efectos pueden ser igual de significativos:
- Pérdida económica, al recibir menos producto del que se compró.
- Exposición involuntaria a altos niveles de azúcar, calorías o sodio, lo que puede empeorar condiciones como obesidad infantil, diabetes o hipertensión.
- Consumo de edulcorantes no declarados, especialmente peligroso en niñas y niños.
- Imposibilidad de tomar decisiones informadas por falta de información clara, legible y completa.
¿Y qué beneficios tiene cumplir con la NOM?

Cumplir con las normas no es solo evitar castigos: también puede convertirse en una ventaja competitiva.
Para las marcas, el cumplimiento:
- Refuerza la confianza del consumidor, especialmente en productos que se consideran “familiares” o “para niños”.
- Evita conflictos legales y sanciones.
- Abre la puerta a certificaciones adicionales, exportaciones y posicionamiento en anaqueles de autoservicio.
- Mejora su reputación ante autoridades, clientes y distribuidores.
Para los consumidores, el cumplimiento normativo se traduce en seguridad y claridad:
- Una etiqueta completa y veraz les permite tomar decisiones informadas.
- Se protege la salud pública, sobre todo en sectores vulnerables.
- Se promueve una cultura de responsabilidad entre fabricantes, comerciantes y usuarios finales.
Este estudio de Profeco no solo exhibe a las marcas que incumplen, sino que también fortalece la cultura del consumo responsable. Comprar un chocolate en polvo no debería ser una apuesta a ciegas: la ley existe para garantizar que cada taza que preparamos en casa sea segura, nutritiva y lo más justa posible.
Impacto en el mercado: reputación, decisiones de compra y presión regulatoria
Los resultados de este estudio de Profeco no solo provocaron conversaciones entre padres de familia y consumidores preocupados por la salud infantil, sino que también generaron una sacudida en el mercado de los chocolates en polvo, donde la competencia por ganar la confianza del consumidor es feroz.
Para las marcas que incumplieron, el impacto reputacional puede ser significativo. En la era digital, basta con que una autoridad como Profeco exponga alguna anomalía para que el efecto se propague rápidamente en redes sociales, medios de comunicación y plataformas de reseñas. Cuando los consumidores descubren que han estado comprando productos con menos contenido del prometido, etiquetado engañoso o edulcorantes ocultos, la lealtad a la marca se quiebra.

Esto también repercute directamente en las decisiones de compra. Familias que antes elegían productos por costumbre ahora se sienten obligadas a leer las etiquetas con mayor atención o a cambiar a marcas que demostraron cumplimiento normativo. Por otro lado, las marcas que salieron bien libradas o que incluso superaron las exigencias regulatorias tienen ahora una oportunidad invaluable de reforzar su posicionamiento en el anaquel como opciones confiables y saludables.
Además, el estudio genera presión regulatoria adicional. Las empresas, al ver que Profeco actúa con rigurosidad y que el escrutinio público aumenta, se ven obligadas a revisar sus procesos internos de calidad, etiquetado y cumplimiento.
En conjunto, lo que parece un estudio puntual termina por convertirse en un movimiento estructural dentro del mercado, que empodera al consumidor, obliga a las marcas a actuar con responsabilidad y coloca la regulación como un actor activo en la protección del bienestar público.
¿Qué chocolate en polvo es mejor? Lo que debes saber antes de comprar
Tras conocer los hallazgos del estudio de Profeco, es común preguntarse cuál es el “mejor” chocolate en polvo del mercado. Pero esta no es una respuesta que se pueda dar con una sola marca. En realidad, lo “mejor” dependerá de qué estás buscando: salud, sabor, precio, contenido nutricional o cumplimiento normativo.
Si lo que te preocupa es la salud de tus hijos, lo primero que debes evitar son los productos con edulcorantes artificiales, especialmente si no advierten claramente su presencia.

Por otro lado, si buscas el chocolate con menos azúcar, algunos de los productos más bajos en este ingrediente fueron los que declararon alrededor de 4 gramos por porción, aunque es crucial revisar si esa porción fue medida en los 100 ml estandarizados o en porciones confusas de 240 ml.
Si tu criterio es el contenido de cacao, la recomendación más sólida y a base del estudio, es elegir aquellos productos que contienen un mayor porcentaje de cacao puro, y si es posible, que prescindan de azúcar o aditivos innecesarios. En este rubro, destacan marcas artesanales como La Rifa, ¡Que Bo! o Ki’Xocolatl, que, aunque son más caras, ofrecen un producto más natural y con beneficios reales para la salud.

En cuanto al mejor chocolate en polvo para niños, la clave es optar por aquellos que cumplan con las normas mexicanas, declaren claramente su información, no contengan edulcorantes ni tengan exceso de azúcares. Profeco no señaló un único “ganador”, pero sí dejó claro cuáles salieron mejor librados al no presentar fallas en etiquetado, contenido neto o ingredientes.
Por último, si el criterio es el precio, puede haber opciones económicas, pero es fundamental recordar que a veces, pagar unos pesos más por un producto confiable puede evitar riesgos innecesarios, sobre todo si el producto es engañoso o no cumple con la ley.
Chocolate en polvo vs cocoa: ¿es lo mismo?
Una de las dudas más comunes que surgió tras la publicación del estudio fue: ¿el chocolate en polvo es igual a la cocoa? La respuesta es no. Aunque ambos productos comparten origen (el grano de cacao), sus procesos, ingredientes y usos son muy distintos.
La cocoa pura es el polvo resultante del prensado del cacao sin añadir azúcares, grasas ni saborizantes. Tiene un sabor más amargo, es más natural y no contiene aditivos ni edulcorantes. Es ideal para quienes buscan un producto saludable, con antioxidantes y sin calorías añadidas. Es también la opción favorita para quienes quieren controlar lo que consumen, ya que permite añadir solo el endulzante o complemento deseado (como miel, Stevia o leche vegetal).
En cambio, el chocolate en polvo comercial suele ser una mezcla que incluye azúcar refinada, grasa vegetal, saborizantes, maltodextrina, sal, y en algunos casos, edulcorantes artificiales. Su sabor es más dulce, pero su valor nutricional puede ser considerablemente menor, y en algunos casos, incluso riesgoso para ciertos sectores de la población.

En términos normativos, la cocoa se encuentra regulada por otras disposiciones específicas debido a su naturaleza más pura, mientras que el chocolate en polvo se rige bajo la NOM-051 y otras relacionadas al etiquetado y composición.
Entonces, si lo que buscas es salud, control nutricional y pureza, la cocoa gana por mucho. Pero si lo que quieres es practicidad y sabor, el chocolate en polvo puede ser una opción… siempre que elijas marcas que cumplan con la norma y no oculten sus ingredientes.
La información es salud
Este estudio de Profeco no es solo una tabla de datos: es una herramienta poderosa de decisión para los consumidores mexicanos. Nos recuerda que detrás de productos tan cotidianos como el chocolate en polvo, hay un universo de ingredientes, estrategias comerciales y obligaciones legales que deben cumplirse. Y que una taza de leche chocolatada puede ser inocente, o no, dependiendo de qué tan informado estés.
La exigencia no debe recaer únicamente en las marcas, sino también en nosotros como consumidores. Leer etiquetas, entender los sellos, cuestionar las porciones y exigir transparencia no es paranoia: es ejercer nuestros derechos.

Para las empresas, este tipo de estudios representa una llamada de atención: la confianza se construye con hechos, no solo con marketing. En un mercado cada vez más informado y exigente, el cumplimiento normativo, la claridad en el etiquetado y el respeto por la salud del consumidor ya no son opcionales: son indispensables.
En CECSA, como Unidad de Inspección Acreditada, creemos que el cumplimiento no es una carga, sino una ventaja competitiva. Y que la información es, más que nunca, un ingrediente esencial en cualquier producto.